Filosofía de lo cotidiano (5): La importancia de nuestros nombres de pila

Para el artículo de esta quincena he estimado oportuno realizar unas breves reflexiones, comentando algunos párrafos del libro, “Humano, más humano “, (Una antropología de la herida infinita), principalmente de su Capitulo II  (¿Cómo te llamas?-El nombre-), recientemente publicado y  del cual es autor el filósofo Josep María Esquirol.

Pila bautismal de marmól  blanco, existente en la antigua iglesia parroquial y en la cual se bautizaron tantisimos carballineses.

Los párrafos entrecomillados del autor, aconsejo leerlos con detenimiento, pues muchos de ellos los considero una especie de “aforismos” que requieren, quizás, una atención especial por nuestra parte.

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La historia de nuestros nombres de pila se inicia cuando nuestros progenitores nos lo imponen, bien mediante un bautismo religioso o civilmente en el registro.

“El bautismo- o lo que lo sustituya-, es una ceremonia en la que se nombra a alguien que ya tiene nombre – en secreto- (el pensado por sus padres). Se confirma y reconoce públicamente el nombre de quien tiene nombre “

“Recibir el nombre es el inicio de la vocación. Me hace responsable antes de ser todavía capaz “. Esa vocación es fácil de resumir: “no matarás, sino más bien al contrario, harás compañía. Los otros te lo dan como si fuera  la primera casa, cálida, inocente, franca .Recibir el nombre es recibir el primer amparo y la primera cura. Recibir el nombre es una bendición, la primera y más importante cosa dicha que nos llega”

 Y así, no solo el primer día, sino también, al día siguiente y al día siguiente, conservamos nuestro nombre de pila o apodo cariñoso (antropónimos) hasta el final de nuestra vida.

 Por ello “No hay  humanidad en abstracto que camina. No hay un pensamiento que piense. No hay un amor que ame. Están, nombres concretos como Pablo y Marta que caminan y que aman y que piensan y que hablan”.

A nuestra memoria vienen, enseguida, los nombres de amigos y seres queridos como pudieran ser, por ejemplo: Juan, Leila, Luz, Pepe, Jennifer, Teresa, Eduardo, Pedro Cristina, Fernando, Inés, Alfonso, etcétera.

“¿Cual es, pues, el nombre del humano?; el nombre del humano es su nombre, el nombre propio, el nombre de pila”

No querer dar un nombre a un niño constituiría una forma extrema de violencia. Esa violencia, en menor medida la sentimos cuando alguien para dirigirse a nosotros, en lugar de llamarnos por nuestro nombre de pila, recurre al “tú”, al  “oye “o simplemente nos habla ya, directamente, sin invocar nombre alguno.

Recodemos que una  de las mayores torturas que sufrieron los prisioneros en los campos de concentración fue despojarles de sus nombres  (reducirlos a la nada) y pasar a identificarlos, solamente, con un irrelevante  código de números y una letra.

“El nombre de pila es propiamente nombre cuando se pronuncia con tacto dirigiéndose a alguien. No cuando lo parece, o cuando sólo es una forma de respeto superficial. Lo importante es la manera con la que el nombre va hacia el rostro casi invisible, y cómo ese rostro casi invisible expresa silenciosamente el nombre. Este movimiento bidireccional es la base de la compañía y la comunicación. De ahí que mantener elnombre sea  mantener  la esperanza”.

-El nombre, para toda la vida-. “Quien tiene nombre es centro: no requiere ni orden ni clasificación, sino orientación. Por eso lo que necesitamos no son etiquetas clasificatorias, sino hitos en el camino. Dicho de otro modo, no necesitamos que se nos pretenda explicar, sino que se nos haga compañía”

“Recibo el nombre, escucho mi nombre, y entonces yo mismo me lo doy: “yo”. De modo que mi madurez no vendrá sino en forma de respuesta. Esta es la secuencia; recibo, y me llaman, y respondo “

“Palabra que llama por el nombre, y palabra que ofrece las cosas. Esto es el lenguaje esencial, decir el nombre (del otro) y ofrecer la cosa

Como complemento a lo indicado para nuestros nombres de pila, también, considero interesante reflejar lo que Esquirol escribe sobre las conversaciones:

 “Solo habrá habla verdadera  cuando hayamos escuchado y hoy nadie escucha; se habla, pero no se escucha; escuchar va a la baja; ahora solo somos sumatorios de monólogos cuando uno solo puede responder si es escuchado; hoy hay más monólogos superpuestos que diálogos.: La inmediatez y la  precipitación del mundo actual no facilitan nada porque para que haya escucha del otro ha de haber paciencia. Hoy, al hablar, solo se da una educación aparente:…  Dejamos que acaben de hablar, sí, pero solo para decir lo nuestro “

Sin una sola palabra amable la vida es terrible”.

Quizás, muchos de nosotros, tenemos la mala costumbre de tratar de imponer (no de exponer) las teorías u opiniones  propias en nuestras conversaciones, en una sola dirección, sin escuchar, con atención, al otro.

Por analogía , podríamos  establecer que, probablemente, existe un cierto paralelismo entre lo expuesto acerca de la importancia de   nuestros nombres de pila y la actitud del médico que, ante un paciente dolorido, le toma su mano, le llama por su nombre e, implícitamente, le está diciendo. “tranquilo, tu nombre ya tiene la  compañía del mío”.

Lo indicado para el médico que toma la mano de su paciente dolorido es extensivo para el psiquiatra o psicoanalista., También estos- psiquiatra o psicoanalista-, ante su paciente angustiado y ansioso, le llaman por su nombre y para que se sienta gratamente acompañado suelen ofrecérsele e invitarle en los términos siguientes. “¿de qué quieres hablar esta tarde?

“La necesidad de consuelo que tiene el ser humano es insaciable”.

Para finalizar estas notas sobre la importancia de nuestros nombres de pila,  acudimos, de nuevo, al autor del libro, Josep Maria Esquirol y resaltamos las hermosas frases y versos  con que remata su ya mencionado Capitulo II.

“Si, amar es el  principal infinitivo de la vida. Y no hay más radical que este verbo… Nada mar radical… salvo los nombres que necesariamente han de acompañarlo. Lo expresaba con perfecta sencillez Pere  Casaldáliga:

                      Al final del camino me dirán:

                     “¿Has vivido? ¿Has amado?

                     Y yo, sin decir nada,

                      Abriré el corazón lleno de nombres.

Precisamente por esto, la cuerda blanca del nombre, la cuerda blanca del nombre, de cada alguien,  se convierte en una trenza. La trenza de todos los nombres queridos.


Vals de la Suite No.2 de Shostakóvich

 Juan Lois Mosquera

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Curriculum de Juan Lois Mosquera :

Nacido en 1942-Bachillerato por libre en Colegio Isabel La Católica. Preuniversitario Instituto Otero Pedrayo de Ourense. Estudios de Perito Industrial Electricidad en Vigo ( los actuales Ingenieros Técnicos). Actividad profesional en la multinacional Siemens-Vigo (30 años) y Redcom – Vigo (Empresa de Telecomunicaciones). Desde su jubilación en el año 2.001,reside en O Carballiño. 

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