
Juan Lois Mosquera
Hace algunos años, un abuelo y su nieto vivían muy separados. Para llegar al lugar de su nieto era necesario atravesar muchas montañas, y cruzar casi, infinitos ríos. En aquella época, solamente existía el clásico correo postal. El cartero, para entregarle o recoger la cartas de su nieto, se desplazaba a su aldea desde el pueblo más cercano, dos veces por semana, los martes y los viernes. Debido a ello, la comunicación entre el abuelo y su nieto era muy lenta y, prácticamente, tardaban más de quince días en tener noticias el uno del otro
Con el fin de acortar ese tiempo de espera y poder tener la posibilidad de sentir al instante que el uno pensaba en el otro y viceversa con cariño, se les ocurrió un sistema que casi podíamos decir que era antiguo y moderno al mismo tiempo.
Cuando la Luna estaba en el cielo, en un día despejado, era evidente que el nieto, aunque estaba bastante lejos de su abuelo, él, desde la ventana de su casa, por ejemplo, a la misma hora, veía la Luna que vislumbraba el abuelo desde su humilde aldea. Al principio, habían establecido que esta especie de contacto se realizase a las 5 en punto de la tarde.
Empezaron a jugar y enseguida nos captaron que tenía cierta poesía el saber que los dos, abuelo y nieto, estaban viendo la misma Luna, aunque entre ellos hubiese muchas montañas e infinidad de ríos.
Epistolarmente, quedaron en que tal día y a tal hora, si el cielo se encontraba despejado, levantarían sus ojos hacia la Luna y disfrutarían de la mutua felicidad de saber y sentir que el nieto y abuelo dirigían sus miradas, y que en ese mismo instante se entrelazarían sus pensamientos en un fuerte abrazo imaginario.
Pasado algún tiempo y con el fin de perfeccionar su comunicación, se acordó el abuelo de aquellas antiguas películas de cine que solíamos denominar de ” vaqueros o de indios”. En estas películas de “indios” se veía como estos, mediante unas brasas en el suelo y unas simples mantas, enviaban breves mensajes, con los códigos adecuados, a tribus cercanas. Así les anunciaban, por ejemplo, algún tipo de peligro próximo (se acercaban a caballo hombres blancos todos vestidos iguales y armados de fusiles) o que este – el peligro- ya había desaparecido.
Entonces se le ocurrió pensar que entre ellos -nieto y abuelo- podían llevar a cabo algo semejante a lo realizado por los “indios” y se pusieron a la tarea.
Compraron varias alfombras sencillas (en sustitución de las mantas) y a las cuales les hicieron varios rotos o agujeros de formas diferentes, de tal manera que el humo de las brasas, al atravesarlas, tomasen en su salida hacia el exterior, cuando se fuesen elevando hacia el cielo, camino de la Luna distintas formas.
Las formas o dibujos (triángulos circunferencias, puros habanos alargados, pirámides, cúmulos, etcétera) significasen las mismas frases o pensamientos sencillos, que, previamente habían explicado y establecido en sus cartas epistolares.
Las palabras o frases cortas que acordamos y que, en principio, parecen intranscendentes (buenos días, buenas tardes, ¿cómo estás?, ¿qué tal te va?, ¿en que proyecto andas ahora?, etcétera).
Palabras o conceptos aparentemente sencillos que, al pasar los años, realmente, adquieren una notoriedad extraordinaria, cuando, por determinadas circunstancias (ausencias o fallecimientos) ya no nos es posible usarlas, con algunas personas, que, con tanto cariño, sin darle demasiada importancia, las estuvimos manteniendo, durante muchos años en nuestras conversaciones.
–Lector: a pesar de los actuales teléfonos móviles, quizás, todavía, existan, en aldeas o lugares remotos, algún abuelo y nieto que disfruten de las conversaciones como las descriptas, y amigos, parejas o familiares que concierten ver la Luna a la misma hora, para soñar, simultáneamente, los pensamientos más gozosos.
Nota: Música sugerida: Primer Movimiento Claro de Luna de Beethoven (*)
(*) Dado que en esta ocasión elegí el Primer Movimiento, Claro de Luna (Sonata No. 14), estimé oportuno complementa la historia de hoy (abuelo y nieto) con esta leyenda atribuida a Beethoven
Cierta noche calurosa de verano paseando Beethoven por las calles de Bonn (Alemania) se encontró con una persona ciega y le preguntó
- ¿Qué te gustaría ver si de pronto tus ojos recuperasen la vista?
- Ver la Luna, le respondió el ciego
Entonces Beethoven le invitó ya su casa. Subieron al primer piso y lo colocó, sentado en una silla, en el balcón que daba al exterior., con la Luna llena en el cielo, poniéndose ante su piano y comenzó a improvisar las notas de su famoso Claro de Luna. Y le dijo al ciego:
-La Luna es así, imagínatela de acuerdo a las notas del piano que esta noche, de verano, estoy tocando para ti.
Juan Lois Mosquera
Música sugerida: “Claro de Luna · Beethoven · Mondscheinsonate · Moonlight Sonata ·“
Curriculum de Juan Lois Mosquera :
Nacido en 1942-Bachillerato por libre en Colegio Isabel La Católica. Preuniversitario Instituto Otero Pedrayo de Ourense. Estudios de Perito Industrial Electricidad en Vigo ( los actuales Ingenieros Técnicos). Actividad profesional en la multinacional Siemens-Vigo (30 años) y Redcom – Vigo (Empresa de Telecomunicaciones). Desde su jubilación en el año 2.001,reside en O Carballiño.
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