Como otras veces, hoy vamos a remontarnos al entorno de los años 1940- 1955, y en esta ocasión escribiremos sobre la perdida de la tradición del “Viatico”
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua el Sacramento de la Extremaunción lo define así:
Sacramento de la Iglesia católica que consiste en ungir con aceite (santos oleos) a una persona cristiana que está próxima a la muerte
El Viatico, consiste, esencialmente en darles la comunión a las personas que, todavía pueden hablar, pero que estan a punto de morir.
El Viatico puede llevarse a cabo en cualquier hora del día, pero los recuerdos que quedaron más grabados en mi memoria son los de aquellos que se realizaban en las noches frías del invierno.
Poco antes de que se terminase el acto de la Novena o incluso en alguna de las misas de la mañana, el párroco (en aquella época D. Evaristo Baamonde) anunciaba que al finalizar aquella Novena se le iba llevar El Viatico a tal o cual persona y se invitaba a que los que le fuese posible, le acompañásemos, en ese trance, siempre tan triste para los familiares del feligrés (padres, hijos, hermanos,etc) que estaba en sus postreras horas de vida aquí en la Tierra…
Después de la Novena y encabezada por el párroco se formaba una especie de modesta procesión (dos filas) o bien un solo grupo compacto de personas portando estos acompañantes una pequeña vela cada uno y protegida por un capuchón de cartón blanco (cono invertido) para que el viento no apagara las mismas y por un plato de porcelana y sostenidas a un cable que cruzaba la calle de una a otra acera.
Nuestro alumbrado público me recordaba algunas películas que se desarrollaban en Londres, con su niebla y ambiente tenebroso, en que bastantes de nuestras calles eran, todavía, de tierra.
De la Iglesia Parroquial antigua salía el grupo de personas que deseaba acompañar y participar en ese rito religioso de “El Viatico”. Lo encabezaba el párroco que bajo un manto especial llevaba el cáliz con la Sagrada Forma para darle la Comunión a la persona moribunda. Al lado del párroco iba el monaguillo con su casulla blanca, tocando, pausadamente, una pequeña campanilla y un farol con el fin de que los vecinos, ya encerrados en sus casas, tuviesen conocimiento de que frente a su domicilio estaba pasando “El Viatico”
La sonoridad del silencio y el recogimiento numeroso de los acompañantes, rezando el rosario en voz baja, nada tiene que ver con las bandas de Gaitas que, hoy en día, figuran, contradiciéndolo, el “ espíritu” de la procesión de La Dolorosa ( Os caladiños) de estos últimos viernes de la Semana Santa.
A la sonoridad del silencio, al recogimiento triste de los feligreses, el rezo del rosario, casi imperceptible, durante todo el recorrido desde la Iglesia al domicilio de quien iba recibir “El Viatico” (comunión) nos recordaba algún cuadro de El Greco.
A lo largo de las calles por donde iba pasando “El Viatico”, eran muchas las puertas o ventanas que se abrian con cuidado y en silencio para preguntarle a alguno de los acompañantes
- ¿A quen le levan O Viatico? Y le contestaban
- A tal o cual persoa que vive nos Catro Camiños, cerca do Asilo. Levaba anos enfermo sufrindo e agora faille o Señor mil favores.
Subía el sacerdote a realizar su función y rara vez charlaba, tratando de consolarlos con los moribundos que, todavía, con mucho trabajo y agotados con un débil soplo de voz querían exponerle sus penas:
- Que vai ser agora dos meus fillos o faltarlle eu.
- Acabe canto antes, pois xa teño ganas de morrer dunha vez.
Otras personas, normalmente jóvenes, no practicantes, a las que no se le había avisado previamente de que iba venir el cura para darle la comunión, tan pronto este entraba en la habitación acompañado de algún familiar, comenzaba a gritar con las pocas fuerzas que tenia:
¿ Pero que hace este cura en mi habitación ? Por favor quitármelo de mi vista inmediatamente
Etcétera, etcétera
Probablemente, a muchos de nuestros lectores de badalnovas.com le vendrán a su memoria escenas de los Viáticos de aquellos años:
El anuncio en la Novena de a quien se le iba llevar “El Viatico”, el monaguillo tañendo espaciadamente, su campanilla, el farol en la otra mano, el frio de la noche en los inviernos, el rezo del rosario como si fuese el sonido de un lejano rio, calles pobremente alumbradas, las personas con sus velas pendientes de que no se las apagase el viento.
Al terminar la ceremonia, el párroco, el monaguillo con su campana ya muda y el farol apagado regresaban a la Iglesia y los acompañantes que habían ido al acto volvían para sus casas como si fuesen palomas que llevaban en sus alas, con mimo, , el alma del moribundo.
Juan Lois Mosquera
Música sugerida: La Roca fría del Calvario (de La Dolorosa) cantada por Alfredo Kraus.
Curriculum de Juan Lois Mosquera :
Nacido en 1942-Bachillerato por libre en Colegio Isabel La Católica. Preuniversitario Instituto Otero Pedrayo de Ourense. Estudios de Perito Industrial Electricidad en Vigo ( los actuales Ingenieros Técnicos). Actividad profesional en la multinacional Siemens-Vigo (30 años) y Redcom – Vigo (Empresa de Telecomunicaciones). Desde su jubilación en el año 2.001,reside en O Carballiño.
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