Con el fin de seguir contando algunas estéticas y actividades que, prácticamente, han desaparecido de nuestro pueblo, en esta ocasión, trataré de resaltar algunos aspectos o detalles clásicos de las Ferias que se celebraban en O Carballiño, entorno a la década de 1945 a 1955, los días 16 y el ultimo del mes, tal como, actualmente se continúan celebrando.. Si alguno de los días citados caía en domingo, la Feria se trasladaba al día anterior.
Como una especie de versos sueltos, iré contando, de una forma breve y sucinta, algunas de las facetas mas significativas de aquellas Ferias, aunque alguna de las cuales, quizás, merecían un articulo exclusivo para para ellas.
–Dado que la existencia de coches de uso particular, a lo sumo eran 5 o 6 (Doctores Don Paco de los Arcos y Don Etelvino Pereira, Don Manuel Campinas, Don Eduardo Pereira y Fontaiñas –padre de José Ignacio, Don Jesús el veterinario, todavía, utilizaba su carruaje, tirado por un caballo) las personas de nuestros alrededores y comarca llegaban a O Carballiño en los denominados Autobuses de Ferias y Mercados. Muchos de ellos eran mixtos, transportando personas en los asientos delanteros y animales (vacas, becerros, cerdos, ovejas, etcétera) en la parte posterior.
–A primeras horas de la mañana, era normal ver por nuestras calles, acompañados de sus dueños, vacas o cerdos, llevándolos a lo que nosotros denominábamos“ Campo de la Feria “. Al principio, era el espacio que está frente a los soportales, donde hoy día existe el Hotel Arenteiro, luego pasó a la actual Plaza del Emigrante – Pista Roxa- para , finalmente ubicarse en la zona del Balneario, Estación de Autobuses y Auditorio Municipal “ Manuel María”. En esta última ubicación, en sus inmediaciones se instalaron casas de comidas y puestos provisionales (mesas, una carpa y caldera de pulpo), con lo cual era frecuente, además de los propios feriantes, ir comer allí con amigos y conocidos las populares raciones de pulpo en platos de madera y carne “O Caldeiro”. Las Ferias de ganado, después de una estancia efímera en la Uceira, acabaron desapareciendo.
–Mario, famoso charlatán…. En la Plaza Maior, frente a la antigua Confitería de las Julianas (las hermanas María y Sira y su colaboradora Carmen), actualmente un comercio de Lanas y Zapatillas, se instalaba, en una especie de pequeño andamio metálico, y subido al mismo, el famoso charlatán, procedente de Ourense, llamado Mario. Normalmente, solamente actuaba por la mañana, de 11 a 2 de la tarde, más o menos… Para reunir a la gente en su entorno, desde su andamio, iba repartiendo, gratuitamente, echándolos al aire, bolígrafos sencillos (semejantes a los de la marca Bic) y, luego, trataba de vender paquetes de hojas de afeitar, paraguas, navajas, etcétera. Mario utilizaba esta estrategia en su lenguaje; por ejemplo,” este paraguas (lo habría invertido, le echaba un jarro de agua en su interior, la tela no la dejaba pasar) que en cualquier comercio vale más de 100 pesetas (un euro equivale a las 167 pesetas de antes)
Animados por algún gancho o cómplice que enseguida entregaba el billete de 50 pesetas y recibía un paraguas, entonces, bastantes de los espectadores del numeroso corrillo, también, le daban las 50 pesetas y él, Mario, les iba entregando los correspondientes paraguas. Cuando ya había colocado 20 ó 30 de los mismos, Mario les decía: “para que vean que cumplo mi palabra, ahora, les voy a devolver a cada uno de ustedes una peseta y tal como les prometí al principio, no les cobraré ni 100, ni 75 ni 50 pesetas“.
Probablemente eran paraguas de baja calidad que él los había adquirido a algún mayorista o fábrica, al precio de 10 o 15 pesetas.
–La señora de las culebras. También, en la Plaza Maior, parte superior,enfrente del dentista-odontólogo Don Porfirio y Almacenes Gavilán de Don Aproniano (en ellos estuvo de dependiente Don Maximino Otero, que, luego, se independizó, estableciéndose como Almacenes Galicia, en la actual Rúa Rosalía de Castro, antes calle José Antonio y donde, hoy en día están las oficinas de una Inmobiliaria) ponía su puesto la señora de las culebras. Estas culebras le rodeaban el cuello como si fuesen bufandas, que al finalizar su trabajo, guardaba con cuidado en un saco… Era una mujer madura, de piel tensa y con aire de ser un poco bruja. Vendía una pócima, parecida a una pomada que traía en unas cajitas cilíndricas de madera, muy similares a los de los helados que se sirven en Tarrinas. Con los dedos de la mano derecha tomaba un pequeño trozo de aquella pócima y expandiéndola por su frente, como si estuviese dándose un delicado masaje, explicaba que la misma- la pócima- lo aliviaba o curaba todo tipo de dolores: de cabeza, cuello, musculares, torceduras de tobillos y rematando que su aplicación era verdaderamente milagrosa, principalmente para las mujeres embarazadas o las que hubiesen parido recientemente.
-El ciego con su violín. En cualquier Feria que se precie, no podía faltar un ciego tocando un violín y una mujer, a manera de canto gregoriano que iba contando historias muy largas, escritas en lo que denominábamos “ Coplas “ y que solían comenzar más o menos así; “ En un pueblo de Toledo, vivía una chica, hija única de un rico ganadero……. El padre quería casarla con un señor de su abolengo, pero ella estaba enamorada de un mozo labriego, sin hacienda ni patrimonio……. En una noche oscura de invierno, el mozo entrando por una ventana, asesinó al señor que su padre quería entregarla y, al amanecer, con ella escapaba hacia la provincia de Guadalajara, pasando las noches en los pajares que encontraban, etcétera “.
Tengo un difuso recuerdo de que alguna vez, y sobre una especie de pantalla de ” hule “extendido, que contenía viñetas relativas a la historia que la señora, con una varita, iba indicando el recuadro correspondiente. Estas coplas con historias de asesinatos, venganzas, embarazos no deseados, etcétera se vendían y eran compradas por el público que las había escuchado.
Probablemente ese dúo- ciego con violín y cantadora de coplas sea una reminiscencia de los trovadores que en el siglo XII se iniciaron en el sur de Francia… Por cierto, tengo hecho algunas gestiones, pero, hasta el día de hoy, no conseguí tener en mi poder, algún ejemplar de las mismas.
Recordemos que la escritora Irene Vallejo en su interesante libro “El Infinito en un Junco “nos cuenta que tanto La Ilíada como La Odisea ( obras atribuidas a Homero, poeta que una enfermedad lo dejo ciego y se estima que vivió en Grecia en el siglo V a. de Cristo) y que en su origen, tanto La Iliada como La Odisea se recitaban oralmente a viva voz por oradores en plazas, anfiteatros o casas de personas nobles, contando aquellas historias, por todos sus pueblos o ciudades importantes. Según el historiador Herodoto, La Iliada constaba, nada menos que de 15.613 Hexámetros (versos) dactílicos, que se sabían de memoria e iban transmitiendo (reitero, oralmente) de una a otra generación.
El Aguador. Este personaje era un hombre que a lo largo de las Ferias del verano, portaba en sus espaldas una especie de cilindro metálico ligero, recubierto con láminas de corcho humedecidas, al objeto de conservar frio o fresca el agua con limón que contenía el mismo. La gente, para saciar su sed, le pagaba 1 o 2 pesetas (1 euro=167 pesetas) que el Aguador le servía en un latón, cuyo volumen, más o menos, era de medio litro.
El Barquillero. También en un gran cilindro que apoyaba en el suelo y dentro del cual estaban los Barquillos. En su parte superior, disponía de una rueda, provista en su circunferencia de unos pequeños dientes metálicos (5 o 7 centímetros) separados entre sí (2 o 3 centímetros), numerados, del 1 al 10, repitiéndose algunos de ellos, y entre los cuales se detenía una lengüeta que el comprador, previamente, había hecho girar con una de sus manos. Golpe. Donde la lengüeta se detuviese, (como si fuese una ruleta), por ejemplo en el 5, esa era la cantidad de barquillos que el Barquillero sacaba del cilindro y le entregaba al cliente. Los barquillos, eran de vainilla y semejantes a las cañas del Cerviño, pero sin su crema interior, y se encartaban uno sobre otro hasta formar una diminuta torre, compuesta por los elementos (de unos 10 centímetros) que indicaba el numero donde se había parado la lengüeta.
La Suerte del Pajarito Igualmente, en la Plaza Maior, frente al ya mencionado “ Almacenes Gavilán” una persona exponía una jaula, colocada en un sencillo taburete, quedando la misma a la altura de nuestras cabezas. En su interior se alojaba un pájaro menudo, quizás, un jilguero, ruiseñor o canario, amaestrado para sacar con su pico un pequeño papel rectangular de una cajita adosada a la jaula y en el cual estaban escritas unas breves frases con un texto ambiguo, por ejemplo; “Encontrarás novio/a, quizás, pronto, pero aun tardareis algún tiempo en casaros, tu patrimonio aumentará considerablemente, pero no va ser inmediatamente, etcétera “. En alguna medida, esta Suerte del Pajarito., todavía, se conserva, conocida ahora, como los “Horóscopos “, que se publican en algunos periódicos y, principalmente, en las denominadas Revistas del Corazón.
Los Trileros. Esta actividad delictiva la llevaban a cambio 2 o 3 personas. El trilero propiamente dicho y los que hacían de gancho o cómplices. Sobre una sencilla y baja mesita, colocaban un pequeño objeto (bolita) o cartas de una baraja. Con cubiletes grandes de cuero, como los que se utilizan para jugar al Parchis, pero de mayor tamaño. Primero enseñaban, a la vista de todos, en qué lugar de la mesa colocaban el objeto o el orden en que colocaban determinadas cartas. A continuación, los cubrían con los cubiletes e invitaban al público a que apostase debajo del cual de ellos, se encontraba la bolita o determinada carta. Primeramente, apostaba el gancho o cómplice, por ejemplo 50 o 100 pesetas (cantidades elevadas de dinero, para aquellos tiempos) y este, efectivamente, acertaba debajo de que cubilete estaba la bolita o la carta tapada. Ganaba la apuesta y el trilero le devolvía el dinero anteriormente entregado más el correspondiente a la apuesta acordada. Pero, luego, cuando apostaban algunos de los parroquianos que estaban mirando, después de entregarle las 50 o 100 pesetas estipuladas, movía de tal manera los cubiletes, que cuando el apostador indicaba con su dedo uno de ellos, pensando que acertaría, seguro, donde debía estar el objeto de la apuesta, (la bolita o determinada carta), al levantar el mismo, curiosamente, allí no había objeto alguno y el trilero se quedaba con el dinero que, previamente, le había dado. Como suele decirse, picaban bastantes personas del corrillo allí formado e incluso alguna de ellas seguía apostando hasta que se quedaba sin dinero alguno. Si decaía la frecuencia de los posibles apostadores (unos abandonaban el corrillo, otros se habían quedado sin dinero). En cuanto, se volvía a formar otro grupo con personas diferentes, de nuevo, apostaba el gancho o cómplice y el proceso anterior volvía a repetirse…
No debemos olvidarnos de contar que si en las cercanías del puesto del trilero aparecía una pareja de la Guardia Civil (así, en pareja, era su protocolo de servicio), los trileros, rápidamente, desmontaban el telderete, poniendo pies en polvorosa, alejándose del lugar a la carrera.
Afiladores y Paragüeros. En aquella época, las personas que tenían estos oficios, según mis recuerdos, se instalaban, más o menos, en la Plaza Maior, zona del medio, frente al Estanco que, todavía, continúa en ese lugar.
El afilador de cuchillos, tijeras, navajas, etcétera, con un pie que apoyaba en una estrecha tabla de madera y mediante un juego de correas, convertía el movimiento vertical de la misma (de arriba abajo) en el movimiento circular de la rueda de afilar. Este artilugio del afilador era fácilmente desplazable de un lugar a otro, pues tenía una especie de andas que cogía con sus manos y, luego, inclinándolo ligeramente, lo movía cómodamente, apoyándose en una pequeña rueda inferior, tal como se hace, actualmente, con nuestros carritos de la compra o maletas.
El Paragüero, próximo al Afilador, se dedicaba a reparar paraguas, principalmente, las ballenas de los mismos o cualquier otra anomalía que presentasen en la empuñadura o dispositivos de cierre. Una de sus actividades que más llamaba nuestra atención, a los niños y adolescentes, era cuando arreglaba los agujeros que presentaban las potas en su parte inferior, entregadas por algunos de sus clientes. Entonces, con una barrita de estaño, el paragüero calentaba su punta y cuando aquel comenzaba a derretirse, dirigía sus gotas hacia el agujero de la pota y cuando este se enfriaba -el estaño de color plata- conseguía que aquel orificio quedase perfectamente tapiado y ya podía esa pota llenarse con agua u otros líquidos pues, ahora, por su parte inferior ya no se perdía gota alguna…
El afilador y el Paragüero, aquí en Galicia, al menos en la comarca de O Carballiño, también, recibían, el muy apropiado nombre de “gobernadores “. Por ello era frecuente escuchar: “hay que llevar tal o cual utensilio (paraguas, potas, sartenes, cuchillos, etcétera) o gobernador na próxima Feira que ven”.
Curiosamente esta palabra “gobernador” que utilizaban nuestros paisanos para las personas que arreglaban “gobernar as cousas”, se usaba, asimismo, en castellano para denominar a los Gobernadores Civiles y Militares de nuestras provincias
Sesión continúa en los cines. En los días de Feria, el cine Alameda, que estuvo situado, en aquellos años, frente a la entrada principal de la actual entidad bancaria ABANCA, ofrecía, en sesión continua, dos películas diferentes que se proyectaban de forma consecutivamente, en horario, más o menos de tres y media de la tarde hasta las ocho o nueve de la noche. El espectador adquiría en la taquilla su entrada y accedía al cine a cualquier hora de esa tarde. Si cuando entraba en la Sala, una de las películas ya llevaba bastantes minutos proyectándose, veía el resto que quedaba.
Luego, contemplaba la próxima completa y por último, el inicio de la primera hasta las escenas que contemplo cuando entró al Cine, con la curiosa particularidad de que ya conocía el desenlace de la misma. Si alguna de las películas , por ejemplo, “era de policías”, el espectador tenía la satisfacción de ya conocer quién era el asesino, la futura victima, el bueno, el malo, con quien se casaba la chica, cuando llegaría el primer beso, etcétera.
Si ese día de Feria, por la tarde llovía sin pinta de que en algún momento “escampase”, muchas personas, ante esas circunstancias, permanecian en el cine varias horas, viendo, incluso, las dos películas repetidas dos veces.
Los comercios del pueblo. Los locales dedicados a la venta de tejidos, las mercerías, confiterías, ultramarinos, ferreterías, etcétera, permanecían abiertos todo el día, de 9 de la mañana a 8 de la tarde-noche, sin cerrar al mediodía. Los dueños y empleados iban comiendo por turnos, normalmente, raciones de pulpo o bocadillos en las trastiendas de esos establecimientos o en lugares discretos, separados de los mostradores. En muchos de estos negocios, los días de Feria se reforzaba el número de sus dependientes habituales, con algunos colaboradores (bien familiares o amigos de confianza) dada la enorme cantidad de clientes que entraban en los mismos. Dado que, todavía, como hemos contado al inicio de este relato, no había tantos automóviles como circulan ahora ( bastantes familias, poseen 2 o 3, padres e hijos) muchas de las personas de los alrededores de O Carballiño o de su comarca ( eran los únicos días del mes que se acercaban al pueblo) tanto para venir como regresar, lo hacían a pie , en caminatas de una hora u hora y media, tanto a la ida como al regreso y los de más lejos lo hacían en los Autobuses de Feria.
Por cierto, en locales como mercerías, librerías bazares, etcétera (donde el importe de los objetos que despachaban no era muy elevado) esta – la venta- se realizaba mediante el “Trueque”, por huevos, gallinas, o fruta que traían las personas de los alrededores.
Paseos por la calle Principal. A partir, aproximadamente, de las cinco de la tarde se organizaban unos paseos por la Calle Principal (actualmente, Ruas Rosalía y Mosquera) desde el cruce de la carretera de Ourense hasta el antiguo Hotel Carlos (hoy Cafetería Capri). Los viandantes recorrían una y otra vez, arriba y abajo, charlando animadamente con los miembros de su pandilla y, también, mantenían breves conversaciones con los conocidos que encontraban paseando en sentido contrario. Era habitual escuchar o decir entre nosotros, “ Nos vemos a la tarde en el paseo “ o “ quedamos, entonces, sobre las cinco o seis en el paseo “. Y así, paseando, pasábamos, al menos , unas 2 o 3 horas, . antes de ir al cine o a otra actividad cualquiera.
Como detalle curioso de mi “imaginario popular” recuerdo que los “jueves”, también, paseaban las chicas que ayudaban a las familias en los trabajos de casa, denominadas en aquella época “criadas “. Incluso, bastantes de ellas dormían “en su cuarto” en las mismas viviendas de sus amos. Muchas de ellas – las criadas- cuando llevaban varios años con los dueños de la vivienda (ayudando a educar sus hijos y nietos) al final ya se la consideraba como si fuese de su familia.
Por cierto, durante un curso 1.958-1.959, que cursé en Ourense, Instituto Otero Pedrayo, los primeros días de mi estancia en la capital, quedé asombrado de la cantidad de personas que, igualmente, paseaban por las tardes- noche, desde el Parque de San Lázaro hasta la estatua del Padre Feijó , cada grupo por su derecha , una y otra vez, que mi reación fue pensar “hay tanta gente paseando por esta calle ( del Paseo ) como en O Carballiño, en las Fiestas de Septiembre”.
La Sonámbula. . Recibía este nombre la señora que con los ojos cubiertos o tapados con una gruesa cinta de color oscuro, que ataba en la parte posterior de su cabeza y acompañada de un hombre ( gancho o cómplice) encargado de hacerle preguntas a algunas del circulo que se había formado a su alrededor para que ella les respondiese.
Esta pareja se instalaba en la Plaza de las monjas ( actualmente, Hermanos Prieto), ella – la señora-, sentada en una silla con sus ojos tapados con una gruesa cinta, como ya indicamos anteriormente, y el hombre , por la parte interior del circulo iba realizando a personas del público preguntas, más o menos, de este tipo :
- ¿Al lado de quien estoy? Ella respondía:
- – Al lado de un señor, de edad madura? El caballero, pasando de una a otra persona del público, continuaba con nuevas y diferentes preguntas.
- -¿A quién toco con mi mano? Y Ella contestaba
- A un niño menor de 15 años
- ¿Con que mano le toco?
- – Le estás tocando con tu mano derecha-
- ¿De qué color va vestida esta joven?
- Lleva un vestido negro
- ¿Con que mano señalo a este señor?
- -A ese señor lo señalas con tu mano izquierda
- ¿Que lleva consigo?
- – Lleva un paraguas grande.
- Etcétera
Al que suscribe, con 8 o 10 años de edad, me impresionaba e intrigaba, como podía acertar, correctamente, todas las preguntas que su acompañante le iba formulando. Luego, entraba en acción el gancho o cómplice, consultándoles si podía preguntarle por un familiar que se había ido a América y no tenian noticias de él desde hacía muchos meses. El acompañante le contestaba en forma afirmativa, que, si, podía preguntarle, pero para ese tipo de consultas, costaban cinco pesetas. El gancho entregaba un billete de 5 pesetas y el acompañante de la señora, comenzaba otra vez con sus preguntas codificadas.
- Estoy al lado de un señor que tiene un familiar en América? La vidente contestaba.
- Si, tiene un familiar, por ejemplo, en Venezuela
El gancho hacia un gesto aprobatorio con la cabeza
- Hace meses que se fue de su aldea
- El gancho , volvía con sus gestos de cabeza afirmativos
- -¿Y no tiene noticias de él desde hace bastante tiempo? La vidente contestaba
- -Que no se preocupe y esté tranquilo, pues su familiar se encuentra bien de salud. Pronto recibirá noticias suyas, contándoles la situación de sus negocios actuales.
En algún momento, el acompañante se acercaba a la vidente y éste simulaba que le decía unas frases en voz baja al oído. Después de fingir que las escuchaba, regresaba junto a la persona que había hecho la consulta y, también, al oído, en un tono bajo, pero audible para todos los que conformaban el corrillo, le explicaba
- Su familiar emprendió, recientemente, unos negocios que le ocupan, casi, todo su tiempo y que le van, francamente bien. Les escribirá pronto, estén tranquilos. Posteriormente y , como consecuencia de las optimistas respuestas anteriores, nuevas personas del corrillo, entregándole, previamente, el billete de las 5 pesetas que cobraba, le realizaban, con matices , más o menos., preguntas similares: “ que tenían algún familiar en América y querían saber cómo se encontraba y como le iban sus negocios”
La Sonámbula, con sus ojos tapados, repetía, también, las mismas respuestas con ciertas variaciones, pero el contenido y la esencia de las mismas, como suele decirse, “era dar una de cal y otra de arena”. Pronto recibirán noticias, pero no se intranquilicen si todavía, aún tarde algunos meses en recibirlas. Respecto a sus negocios, tuvo algunos fracasos en los primeros que emprendió, sin embargo, últimamente, le van bien, piensa visitarles en cuanto pueda y además, vendrá pasar un verano con ustedes en su aldea.
Muchas de estas actividades que se llevaban a cabo en nuestras Ferias aproximadamente, en la decada de 1945-1955, algunas de ellas, todavía, se realizan en el siglo XXI, con su misma esencia pero con otra estética.
- Lector, según contaron, en su día, los medios de comunicación, principalmente, los denominados Programas de Televisión y Revistas del Corazón, un ex-Presidente de la Generaltat de Catalunya que creo, la presidió hasta el año 2003, antes de tomar determinadas decisiones, primeramente las consultaba con una Vidente establecida en Barcelona y que, curiosamente era de la comarca de O Carballiño, a donde regresó hace pocos años.
Nota: Música sugerida; Cuadros para una exposición de Mussorgski para piano y orquestada, luego, en su versión más conocida, por Ravel en 1922 (1875- 1931)
Juan Lois Mosquera
Curriculum de Juan Lois Mosquera :
Nacido en 1942-Bachillerato por libre en Colegio Isabel La Católica. Preuniversitario Instituto Otero Pedrayo de Ourense. Estudios de Perito Industrial Electricidad en Vigo ( los actuales Ingenieros Técnicos). Actividad profesional en la multinacional Siemens-Vigo (30 años) y Redcom – Vigo (Empresa de Telecomunicaciones). Desde su jubilación en el año 2.001,reside en O Carballiño.
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